jueves, 3 de noviembre de 2011

[REVIEW] The Kills y su debut en Chile


Eran las 20:30 hrs y el Teatro Oriente no estaba ni a un cuarto de su capacidad (La magia de los asientos numerados). En un escenario de fondo aleopardado, algunos técnicos se paseaban arreglando los últimos detalles, sobre todo de la gran cantidad de amplificadores Vox y el desfile de pedales y paneles de efectos que se ubicaban en el lugar donde Jamie Hince se pararía en algunos minutos. The Kills es una de las pocas bandas que mantienen vivo es sonido crudo del Garage Rock que asomaba a principios de la década pasada, pero que rápidamente murió. Y si hasta ayer quedaban algunas dudas de si el dúo podía llenar un escenario con jerarquía, a pesar de los pocos recursos visuales que utilizan, ya después de los 80 minutos de concierto se tenía una respuesta definitiva: La banda tiene un espectáculo sorprendentemente potente para el número de personas que lo realizan.





Con una cara entre confianza y arrogancia, a las 21:20 Hince pisa el escenario, y se pone esa espectacular guitarra que suena como una banda completa, seguido de la cantante Allison Mosshart cuya blusa hacía juego con el escenario, y su tradicional pelo oscuro estaba teñido de rojo. Un breve saludo, y parten como turbina de avión con "No Wow" del disco del mismo nombre, en donde el sonido envuelve rápidamente todo el teatro. Hince con cara de rockstar se deja alabar por el público acercándose a la gente, que no estaba separada por ningún tipo de baranda, ni de guardias. Sin parar la música pasan a la excelente "Future Starts Slow", tema que abre su álbum de este año "Blood Pressures". Queda claro altiro que Mosshart es un espectáculo en si misma. La mujer se sabe sexy, y se mueve y baila por el lugar, agitando el pelo como tal. Es como si Patti Smith hubiera sido bonita. Su voz rasposa y callejera resulta hipnótica.





Durante el repertorio se vieron las diferentes facetas de The Kills y sus técnicas para echarse el público totalmente al bolsillo. El ritmo dance de "Cheap and Chearful", las melodías vocales intercaladas en la excelente "U.R.A. Fever" y el neo-blues de "DNA" y la coreable "Satellite". El teatro oriente ya se había transformado en un club underground, donde la conexión del público con la banda era evidente, no por las interacciones directas que fueron pocas, si no por una serie de miradas de complicidad entre los músicos y la gente. La instancia era completamente íntima, y el dúo seguía aprovechando a través de su música hipersexuada de generar un ambiente electrizante y único para los atentos espectadores.






La música sonaba cada vez más ruidosa y visceral. Durante "Tape Song" Mosshart se lució dejando la voz y el alma en el escenario chillando con todo su ser en los coros. Con "Baby Says" y la genial "Black Balloon" se destacaba la cantidad de texturas y capas que Hince logra sacarle a las seis cuerdas. Su instrumento tiene un sonido único en su especie, que no necesita de virtuosismo o técnica para ser aprovechado, si no que simplemente creatividad. Después vino el cover de "Pale Blue Eyes" de los Velvet Underground vino quizás la única sorpresa en el setlist (la única variación respecto a conciertos anteriores) pero pasó bastante desapercibida, ya que se notó que el público simplemente no ubicaba el tema.






Hince se acerca al micrófono y dice lo que se notaba desde el principio del show: Estaba encantado por tener a la gente tan pegada al escenario, sin ninguna separación de la banda, y agradece a todos por la energía. Ahí la banda se despacha los momentos más potentes del concierto, con la frenética "Last Day Of Magic" y la bailable "Sour Cherry". Con esos temas se van al encore, para el cual vuelven a interpretar la hermosa balada "The Last Goodbye". Es ahí donde se produce la primera consecuencia de no haber ninguna separación audiencia-escenario: Un fan se sube a abrazar a Mosshart y logra darle un beso en la mejilla. Que sea la cantante a pesar del nerviosismo le regaló una sonrisa a pesar de no parar de cantar en ningún minuto. Un copión intentó seguir la técnica, pero un guardia de seguridad lo bajó rapidamente hacia su respectivo lugar.





Ya se siente un ánimo de cerrar el show, cuando Mosshart toma dos baquetas, y empieza a darle a unos Toms, marcando el ritmo de "Pots and Pans" el último tema de su más reciente álbum. Después de ese gran ejercicio de Country Blues, The Kills vuelve a juntarse al medio del escenario para esbozar una última despedida, para luego lanzarse con la última canción de la noche, "Fried My Little Brains" de su álbum debut. Hince y Mosshart se abrazan y realizan una reverencia. No hacen falta palabras, la sonrisa de oreja a oreja de los músicos es bastante explicatoria: Ya no se paraban como los sexies rockstars que empezaron el concierto. Eran simplemente dos personas que tenían en frente el recordatorio de por qué amaban lo que hacían.




Lo de The Kills fue extraordinario. El poder de tan sólo dos personas de poder contagiar a la gente de su espíritu desenfrenado es admirable. Demostraron por qué son una de las bandas que mejor mantiene ese gutural y crudo sonido que es el rock. El miércoles 2 de noviembre, se lo dejaron claro a 1500 fanáticos, quienes agradecemos el sentimiento que dejaron sobre el escenario.

El setlist de The Kills fue:

No Wow
Future Starts Slow
Heart Is A Beating Drum
Cheap And Cheerful
Kissy Kissy
U.R.A. Fever
DNA
Satellite
Tape Song
Baby Says
Black Balloon
Pale Blue Eyes (Cover de The Velvet Underground)
Last Day Of Magic
Sour Cherry

Encore
The Last Goodbye
Pots And Pans
Fried My Little Brains


*Fotos vía Rockaxis y RockNVivo

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