En la portada de su tercer álbum, Bat For Lashes, seudónimo de Natasha Kahn, sale completamente desnuda y sin maquillaje, con un hombre en iguales condiciones colgado de sus hombros, como una bufanda. La imagen, junto con el título del álbum, se relacionan directamente a lo que Kahn buscó construir con su nuevo LP: Composiciones íntimas, directas, con arreglos limpios y sencillos, llenas de una profunda carga emocional. En el caso de la artista, esta carga tiene que ver con su historia familiar, la cual revisó extensamente para componer este álbum, una reciente relación fallida que la sigue atormentando, y un bloqueo creativo que sufrió posteriormente. Pero "The Haunted Man" no es un álbum sobre sufrimiento. La cruz que acarrea Kahn abarca mucho más que eso: Alegría, nostalgia, sexo, fortaleza, debilidad, en resumen, todo lo que te hace ser humano. Es un trabajo extremadamente personal, pero también extremadamente empático.
"En nuestra cultura hay un énfasis en estar bajoneado, oscuro y jodido. Entonces cuando uno manifiesta alegría, es vergonzoso para las personas, o es mucho, o no es cool. Pero la verdad no tienes por qué este músico disfuncional" declaró Kahn al sitio Pitchfork durante este año. Por eso cuando durante el clímax de "Lillies", grita con júbilo "Gracias a Dios que estoy viva!", la mujer está haciendo una declaración bastante valiente para una estrella de la música. El resto de las canciones del álbum siguen la misma lógica de intensidad, aunque varíen las temáticas. En "All Your Gold" la cantante cuenta con ansiedad sus dudas respecto a entregarse a una nueva relación tras haber salido herida de la última, mientras que en la ritualista "Oh Yeah" canta con confianza sobre sexo sobre un beat de inspiraciones trip hop. Las piezas más emotivas y centrales del álbum son la dramática balada de piano "Laura", con la interpretación vocal más lograda de Kahn, y la canción que le da el nombre al disco, en donde una sección de coro masculino acompaña a la cantante mientras realiza un verdadero exorcismo musical, abordando directamente sus problemas sentimentales.
Priman los sintetizadores y teclados, más cuidados arreglos de cuerdas en la mayoría de las canciones, que de todas maneras tienen el toque característico de Bat For Lashes de mezclar sonidos acústicos y electrónicos. Pero todos los adornos sonoros trabajan de tal manera que la voz de Kahn sea el instrumento principal, siendo el álbum de la artista donde más se escucha su potencia vocal, que se traduce en la expresión pura de emoción. A pesar de ser las composiciones más simples de la artista, son por lejos las que contienen más pasión y sinceridad. La cantante asume la carga que lleva, la enfrenta, y sana sus heridas. Si logra romper o no el encanto al que hace referencia en el título del álbum importa poco. Porque Natasha Kahn encuentra algo más importante al cantar sobre su cruz: Paz.
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