Tuvieron que pasar 12 años desde que Outkast lo descubrió, para que este rapero de Atlanta pudiera decir que consiguió crear su obra maestra, su declaración fundamental como artista. Y no tomó el camino fácil: Nada en "R.A.P. Music" (sigla para Rebellious African People) se parece al hip-hop contemporáneo. Es un álbum mucho más oscuro, violento y sucio al sonido del resto de sus colegas. Fundamental para esto es la decisión de que el productor EL-P se encargara de la producción de todo el álbum, llenándolo de beats industriales y sonidos caóticos, siendo el genio oculto de esta obra. Las letras de Killer Mike son extremadamente agresivas, enfocándose principalmente en los relatos callejeros, llenos de muerte, drogas, armas y strippers, y en ataques políticos, a quienes acusa de que las cosas estén así. Su música es tan potente, que una vez que aprieta el acelerador en la primera canción, no te suelta hasta que el álbum haya terminado. En la obertura "Big Beast" rapea junto a una serie de invitados sobre el mundo Gangsta de Atlanta, y lo peligroso de la ciudad, en una verdadera versión hip-hop de "Welcome to the Jungle". No hay espacio para una reflexión o para juzgar este mundo en la cabeza de Mike. El sólo presenta su realidad con brutal honestidad, y en ningún minuto se lava las manos, ya que el sabe que el mismo forma parte de ese mundo. No hay pena ni melancolía, sólo furia.
El ingenio de Mike es demostrado en su capacidad narrativa para la humorística "Jojo's Chillin'", inspirada totalmente en el Wu-Tang Clan. Pero los momentos líricamente más impresionantes se dan en los tracks más políticos del álbum: "Reagan", un agresivo himno anti-política, y "Don't Die", donde el rapero relata una historia sobre policías corruptos acosando a un hombre negro, quien finalmente mata a uno. Cuando el álbum casi termina, Mike logra tener su momento de reflexión entre tanto caos: "Anywhere But Here" cuenta sobre su miedo frente a el decaimiento de su ciudad natal Atlanta, así como también Nueva York, y como se han transformado en un infierno para la gente negra, mientras que "William Burke Sherwood" es un sentido homenaje a su fallecido abuelo. Pero el artista retoma su actitud para el último tema, el que le da el nombre al disco, haciendo una épica declaración de principios, transformándose prácticamente en un predicador afro-nacionalista. Killer Mike ahora puede decir con todas sus letras, que no sólo consiguió una obra maestra que le hace honor a sus habilidades, si no que además creó un verdadero clásico del género.
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